El tema es altamente
conflictivo, y más allá de las opiniones, la realidad a nuestro entender pasará
por el pragmatismo, más que por la ética y los valores.
Los estados intentarán
cuidar, sin han logrado avanzar en la salud de la población, en no volver
atrás, por más que pueda afectar a uno o varios sectores de la economía.
A medida que este
valor (la salud de la población), permita ir incorporando actividades, con
limitaciones, restricciones o “exigencias”, así lo hará, por más reprobable o
no, la medida sea.
Habrá idas y venidas,
habrá presiones políticas, habrá “pruebas” de limitación y/o control de ingreso
a un área, zona, país, etc, para evaluar el efecto sobre la población.
Pero
claramente no será el eje de la vuelta al libre tránsito, el perfil ético o
lógico de igualdad de las personas, el que privará.
Aún claramente no se
ha salido de esta situación, casi no hay turismo internacional, siendo que
primero habiéndose ya vacunado a la población, habrá un turismo nacional
(esperado para 2021 y que casi no ha existido a la fecha), un turismo
intraregional hasta fines de este año.
La donación de
vacunas, que existirá en alguna medida por algún interés de “búsqueda del bien
común” que políticamente será muy correcto, la verdad es que aún escasean, se
mal distribuyen y al final del día, de poseerlas, ayudan a reiniciar el
turismo. Desde EEUU para los latinoaméricanos hasta las Maldivas para los
asiáticos.
Por último, el 2022 tendrá
la incógnita de una dosis de refuerzo o actualización, y por ende las
restricciones y el estudio de las medidas en que consistirá un pasaporte
sanitario, irá variando en sus niveles de exigencia,…pero dicho pasaporte no
desaparecerá en el futuro cercano.
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